Cuando me brindaron la oportunidad de dejar Nueva York para vivir en Londres tres meses, no me lo pensé dos veces. Nada más aterrizar me enamoré de las cabinas de teléfono rojas, los palacios y los taxis negros. Pero mi sitio favorito es el metro. Está a reventar de tíos buenos con traje. Por eso no dudé en aceptar cuando me ofrecieron trabajar para un abogado.
En el trayecto hacia mi primer día de trabajo perdí el equilibrio y me caí encima del inglés vivo más guapo del mundo. Fue tan encantador como James Bond y tan seductor como el señor Darcy. En ese momento solo quería comer a besos sus duros abdominales y escuchar su acento toooda la noche.
Pero resultó que el Señor Guaperas era mi nuevo jefe. Y su actitud no era tan maravillosa como su agraciado rostro, sus anchos hombros y su perfecto culo. Estaba amargado, tenía mal genio y era el hombre más arrogante que he conocido en la vida.
Pero en medio de una discusión me plantó un beso sin venir a cuento. Y estoy bastante segura de haber visto en ese momento fuegos artificiales sobre el Big Ben y haber escuchado el Dios salve a la reina.
No estaba buscando al príncipe azul, pero quizá haya encontrado a mi caballero de brillante armadura. El problema es que vivimos con un océano de por medio…
The Royal Collection #4
Es el turno de Violet, personaje que conocemos desde el primer libro de esta serie, pero que no es hasta la entrega anterior donde realmente comienza a salir más en escena.
Violet es una chica brillante y astuta quien tras una gran desilusión, que le hizo dejar de lado su carrera universitaria, ha estado trabajando como camarera. Pero esto no es realmente lo que la llena, por lo que cansada de su empleo actual, y tras ser despedida por enfrentar a un cliente, su amiga Darcy le propone cambiar de aires, tomarse un descanso de Nueva York y probar suerte por tres meses en Londres, donde le promete ayudarla a conseguir un trabajo temporal. Nuestra protagonista no se lo piensa dos veces para aceptar, y se embarca en esta nueva aventura. Es así como llega su primer día de trabajo en Londres, donde en el metro conoce a un guapo inglés que la ayuda a llegar a su trabajo, y quien resultará ser nada más y nada menos que su sexy empleador.
Por su parte, Alexander Knightley es un hombre que solo sabe trabajar, no tiene otra aspiración más que ser mejor que su padre. Abogado de profesión y actual barrister (de esos abogados que usan pelucas y túnicas), trabaja 24/7, no duerme mucho, y no se toma ni un fin de semana libre. Como es de esperarse, su oficina está repleta de papeles a la espera de ser ordenados y ese será precisamente el trabajo que tendrá Violet, ponerle orden a ese caos y, también, que las facturas estén al día, trabajo que muchos han intentado pero esta americana, sin duda, tiene pensado lograrlo a la perfección, sin dejarse amedrentar.
Como se podrán imaginar, nos encontramos con dos protagonistas de los más opuestos: Violet, una joven que ya no se ilusiona por nada ni por nadie y que vive cada día como "la lleve la corriente"; mientras que Alexander es un hombre de lo más planificado y cuadrado. Estas actitudes fueron sin duda fundamentales en la historia, ya que a medida que avanzamos en los capítulo fuimos testigos de crecimiento y evaluación de ambos personajes.
Para quienes ya hemos leído anteriormente a Louise Bay no es para nada una novedad el estilo en cómo escribe sus novelas románticas eróticas, donde la química y la tensión sexual son muy palpable a medidas que vas leyendo, pero lo que sí nos llamó la atención de este libro en particular es que la autora también planea de una forma muy acertada los excesos de ser un workaholic. Por supuesto que hemos conocido a varios protagonistas así, pero en esta oportunidad Louise lo narra de una manera tan cruda y tan real que nos ha gustado mucho, al punto de resaltarlo.
Ya solo nos queda la quinta y última entrega de esta serie que hasta ahora ha resultado ser ligera y fresca, una lectura amena si lo que buscas es pasar un buen rato con una historia que no te haga pesar tanto pero sí sentir mucho.
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