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Título oficial y adelanto de lo nuevo de Isabel Acuña


Poco a poco Isabel Acuña va revelando detalles de su próxima novela, la cual contará la historia de Jorge Robles, el hermano del protagonista de "Entre el valle y las sombras".

En esta oportunidad la escritora colombiana compartió el título oficial del libro. "[Estoy] muy entusiasmada con Jorge y Belén, Les cuento que después de mucho meditarlo sopesar pros y contras, ya tengo el nombre de mi nueva novela: 'EN UN BESO LA VIDA", escribió la autora en Facebook. 

Además, agregó que "como premio a la paciencia" que le han tenido le obsequia a sus fans un pequeño adelanto, el cual encontraran bajo estas líneas.

"En cuanto Belén pasó el primer control, supo que ya todo el mundo sabía lo que le había pasado, los guardias apenas la miraban a los ojos. En cuanto traspuso la primera reja, un guardia que ella había visto en más de una ocasión, la interceptó y le dijo: 
—El subdirector quiere hablar con usted.
Se separó del grupo y les pidió que se adelantaran, el guardia la llevó por un corredor hasta una puerta al final del pasillo. Ella lo siguió con algo de temor pues conocía la oficina del subdirector y no era esa.
—¿No es por el otro lado? 
El guardia la miró con gesto tranquilo 
—Alguien desea hablar con usted —ante el gesto asustado de Belén que hizo el amague de devolverse, el hombre le dijo en tono de voz suave—: No se preocupe, no va a pasarle nada.  
Con algo de temor, Belén entró a la oficina que era más bien un sitio donde había varios archivadores, ni siquiera había una silla donde sentarse, pero eso fue lo de menos al encontrar a Jorge con las manos en los bolsillos, recostado en la pared.  
—¡Tú! —exclamó ignorando los latidos del corazón que los sintió en las sienes y el fuego en la boca del estómago, eso la enfureció y lo miró con rabia.  
—Hola, paloma. 
Estaba en apariencia tranquilo, como si la presencia de ella no lo afectara en lo más mínimo. Se quedó mirándolo como una idiota, como siempre, como si ejerciera un hechizo cada vez que estaba ante él. El aroma de su loción llegó hasta ella, sus jean azules resaltaban el largo de sus piernas, su mandíbula estaba aderezada por una cuidada barba de pocos días, dándole una apariencia fiera. Mostraba la cabeza alta en una clara posición dominante. 
El que la llamara paloma, atizó su furia, pero lo disimuló, no podía ponerse tan en evidencia. 
—Mi nombre es Belén —siseó furiosa—. ¿Qué quieres? 
Jorge la obsequió con un gesto de profunda ternura. Ella en cambio lo miró con gesto de decepción. Él se sintió como una mierda. 
—Sé que estás molesta, quiero explicarte… 
Ella emitió un gruñido de irritación.  
—¡No tienes que explicarme nada!  
Él agachó la cabeza y cuando levantó la mirada, ésta desprendía tanto poder que a Belén la asaltó el calor de inmediato. 
— Supe lo que te ocurrió ayer. 
El recelo se adueñó de Belén. 
—Por lo visto todo el mundo lo sabe, los guardias me miraron muy raro cuando entré, ¿cómo diablos te enteraste tú? 
—Alguien quería que lo supiera. Cualquier investigación que estés haciendo debes dejarla de lado. 
—¿Por qué? ¿Porque lo dices tú? ¿Te escogieron a ti para pasarme el mensaje? 
Se rio incrédula.
—Puede ser, no quiero verte en peligro. –señaló en tono de voz tenso. 
—¿A ti que te puede importar? 
—¡Me importa! —explotó él golpeándose el pecho—. Mucho.  
—No te creo.  
Belén dio la vuelta con el ánimo de marcharse, pero Jorge se lo impidió, aferrándola del brazo. 
—¡Escúchame bien! —exclamó con voz ronca, perdiendo la poca paciencia con la que contaba, tenso ante lo que sentía al tocarla al percibir el calor que desprendía su piel. Recordó el beso compartido días atrás al mirar sus labios rojos, se obligó a centrarse—. Debes alejarte de aquí. Nada bueno va a salir de esto.  
—¡Tienes razón! Nada bueno ha salido de esto —exclamó furiosa soltándose de su agarre—. Me imagino que fui una especie de reto, seguro le dijiste a tus amigos, tengo que besuquear a la nueva, a lo mejor hice parte de un lote de apuestas, lo que se habrán reído a mi costa ¿qué más podía esperar? Tú mismo lo dijiste, aquí no existen los principios ni los escrúpulos.  
¿Qué diablos le pasaba? ¿Qué hacía reclamándole como mujer despechada? Quiso golpearse la cabeza contra las paredes por su imbecilidad y ver si la sensatez volvía a ella, su rostro tomó un tono escarlata. Era patética. Bajó la cabeza ante la intensidad de su mirada. 
—¿Besuquear? —Jorge levantó la comisura de los labios en un amago de sonrisa irónica y una chispa brilló en sus ojos.  
—Sí, besuquear, y yo como una idiota caí. —Bajó la cabeza avergonzada, no parecía una mujer de veintiséis años, con algo de experiencia en el trato con hombres. Por Dios, había vivido con un hombre hasta hacía pocos meses ¿qué tenía Jorge Robles para ponerla así?  
—Yo no besuqueo, paloma. 
La empujó contra la pared. Ella soltó una exclamación ahogada y sus pupilas se dilataron oscureciéndole la mirada. La estudió unos segundos intentando descubrir el rechazo en su expresión ya sin darle tiempo a pensar más, se inclinó hacia adelante, con una mano le atajó la cabeza por detrás y con la otra, la mandíbula y unió sus labios a los de ella. Ella produjo un sonido suave y asustado entre la boca de él. Jorge profundizó más el beso. Deslizó un brazo hasta la cintura y extendió la mano hasta abarcarle el trasero. Toda ella lo envolvió haciéndole olvidar el lugar y las circunstancias. Se aferró a esos labios como un oso ante un panal de miel. 
No estaba preparado para su fragancia que se mezcló con su sabor, cítrico y exquisito, experimentó el desconcierto al advertir en los labios de Belén, la ansiada sensación de sentirse libre por primera vez en años, como si volara. El corazón golpeteaba sin tregua. Se sintió asustado y como si estuviera desnudo y eufórico, se agarró con uñas, labios y dientes a la sensación. No podía encontrar nombre para las otras emociones que lo invadían como oleadas; una necesidad punzante, deseo de poseer, de marcar. 
Con la maestría que no había olvidado con los años, la persuadió a abrir la boca. Se separó unos instantes, pudo ver el sonrojo en sus mejillas y como trataba de tomar aire, sus pupilas oscuras mirándolo con anhelo, le aferró la nuca y la pegó a él de nuevo y se sumergió en el beso más desesperado que había dado en su vida, como si quisiera fundirse en ella, que lo devorara y lo llevara a donde quisiera. 
En un beso la vida, rezaba un viejo bolero, el favorito de su padre, cuánta razón tenía el título de la canción, meditaba mientras su lengua transitaba todos sus espacios, como dueño recorriendo su más valiosa posesión. 
“Dios mío, no te olvides de mí”, rogó Belén con el pensamiento al sentir su cuerpo duro contra ella, deslizó la lengua contra la de él, enfrentándose a aquel beso con miles de pensamientos dispersos en millones de partículas brillantes. Se le pusieron los ojos en blanco al sentir su presencia aplastándola contra la pared. La estaba devorando como si fuera su primera comida en mucho tiempo. 
Cuando se le escapó un fuerte gemido, él levantó la cabeza, estudió sus facciones con gesto rígido, Belén pudo sentir la fuerte tensión, ¿se arrepentía? Su rostro estaba en guerra y cerró los ojos un instante, cuando los abrió vio como si una puerta se hubiera cerrado ante ella. Ella se separó de él, le dio la espalda y aprovechó para arreglarse y recuperar el control.  
—Lo siento yo… —dijo él sin saber que más decir. 
Ella negó con la cabeza. 
—¿Otra apuesta ganada? —preguntó y se arrepintió al momento de haberlo hecho. No quería contaminar ese momento sublime con algo tan turbio como una apuesta. 
—Yo no apuesto lo que es mío, paloma y esto que pasó es para que te quede claro que yo no besuqueo. 
—No soy tuya.
—Lo que acaba de pasar dice otra cosa. 
—Eres un imbécil.  
No la merecía, pocas veces había deseado algo desde que estaba preso, para evitarse amarguras, pero la deseaba, no quería dejarla ir, pero debía hacerlo. Ella no tenía lugar en su vida. No podía ser tan ruin de amarrarla a su suerte. No lo había hecho con ninguna mujer de las del pasado, no lo iba a hacer ahora con una que claramente le importaba, más que todas las que había conocido. 
—Sí, lo soy, desde que apareciste en mi vida no hago sino portarme como un imbécil. No fue para besarte que le pedí al guardia que te trajera. Las cosas se van a poner muy difíciles en los próximos días, necesito que termines tu investigación, te quedes callada sobre lo que averiguaste y no vuelvas por aquí.  
—No soy tu responsabilidad, —su voz tenía un tono severo y regañón que no iba bien con lo que había ocurrido segundos antes—. No tienes derecho. Puedo decidir por mí misma... 
—Escúchame.  
Jorge pronunció esa palabra con fuerza y ternura a la vez. Era un hombre de contrastes, tenía la capacidad de mezclar emociones creando un abanico de nuevas sensaciones que la embrujaban y la atraían.  
Ella se quedó quieta dispuesta a escuchar lo que él quisiera decirle, a creerle lo imposible, a seguirlo hasta el fin del mundo. 
—No me mires así o no respondo, paloma.  
— Entonces no me llames más paloma, no me toques, no me mires de esa forma y sobre todo no me beses como si tu mundo se fuera a acabar mañana. 
Él soltó un suspiro frustrado y ella pudo atisbar un gesto vulnerable que enmascaró enseguida con su pose hombre peligroso, se pasó la mano por el cabello. 
—Prométeme que no vas a volver.
—No puedo, debo terminar mi trabajo. 
—¡Por Dios, Belén!  
A ella le dolió que no la hubiera llamado, paloma. 
—Entonces, ¿esto es todo? No deseas verme más.  
—Claro que quiero verte, muero por verte, pero esto no se trata de nosotros, tu seguridad es más importante.  
¿Qué diablos estás haciendo, Belén? Es tu oportunidad de dejar las cosas aquí, te está brindando una salida, agárrala y olvídate de esto. ¿Por qué contra todas las probabilidades se sentía atraída hacía un hombre condenado por asesinato? Deja ir este sentimiento Belén, por tu tranquilidad, hazlo.  
—Antes de esta reunión ya tenía un plan. Mi trabajo lo termino esta semana, lo que descubrí que es poco, incrimina a guardias y a reclusos por igual, todo el mundo parece estar al tanto de la manera en que se hacen las cosas.  
—Lo que descubriste déjalo estar, aquí nos vamos a encargar de todo. 
—¿Por qué te vas a encargar tú? 
—¡Porque te amenazaron! —exclamó furioso— y eso no lo voy a dejar pasar.
—Yo no me voy a quedar de brazos cruzados, olvídalo, tú corres más riesgos, podríamos trabajar juntos. 
—¡Déjalo! —explotó con mirada iracunda.  
—Me preocupa que algo malo te pase. 
—No te preocupes —interrumpió él—. Soy de los malos, recuérdalo y olvídate de todo esto. 
A Jorge se le acababan los minutos y estaba de peor que cuando llegó, estaba furioso, excitado y angustiado por lo que le pudiera ocurrir a Belén. Era una mujer terca y tenía que serlo, su trabajo lo demostraba, pero podía terminar muerta y eso no podía permitirlo. En cuanto ella se dio la vuelta tuvo el insensato deseo de arrinconarla otra vez y llevar las cosas hasta el final. La miró furioso, años de control desparecían en cuanto la miraba.  
—Ya veremos —se despidió ella con la mano en el pomo de la puerta. 
En cuanto salió, Jorge dio un puñetazo a la pared. 
—¡Maldita sea! —bramó". 
©Copyright Todos los derechos reservados. Isabel Acuña

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